viernes, 2 de octubre de 2009

‘Soy Julián Bisbal y hoy no quiero ir a trabajar’

Julián Bisbal tiene treinta años, está casado con Carmen y trabaja en las oficinas de Ribaudo, y ‘un día pierde la cabeza’ y, temerario e insatisfecho, decide faltar a un trabajo opresivo y frustrante, con la ilusión de un mañana mejor. ‘Figuraté que pierdes la cabeza’ reza el programa de mano -con una gráfica de un rostro, desdoblado, facetado, móvil- y la lírica de Spinetta funciona a la perfección, también, en la apertura de esta re-lectura del director Rody Bertol, de un clásico de la dramaturgia argentina. Escrita por Roberto Cossa en 1966, fué dirigida por primera vez ese mismo año por David Stivel, con Juan Carlos Gené en la interpretación de Bisbal.
Si el teatro es un encuentro íntimo, en tiempo y espacio determinados, esta relación que el espectador logra con los actores, en ‘Los días de Julián Bisbal’, transita durante los sesenta minutos que dura la obra, y la trasciende: todos somos Julián, Carmen, Carlos, Alicia y Dora. Tenemos frustraciones y utopías, deudas pendientes, sueños y pequeños triunfos cotidianos como los personajes de la obra, y eso es lo que nos permite ser todos y cada uno de ellos. El ejercicio de ese encuentro con la historia de los protagonistas –con muy buenas representaciones de actores que, como ellos, pisan también los treinta-, nos sumerge en la nuestra, resuena, refleja y abisma. Es insoportable, asfixiante y emocionante, todo eso junto. Quisimos dejar el trabajo como Julián –Juan Nemirovsky-, vivimos las pequeñas delicias de la vida conyugal como Carmen –Erika Arístides-, abrazamos la libertad como Carlos –Federico Tomé-, sucumbimos inocentes a la aventura de la infidelidad como Alicia –Valeria Wilter-, y renunciamos a la espera como Dora –Eleonora Arias.Lo valioso del relato es entonces lo atemporal y universal, aunque la puesta se ambiente en los años sesenta –con un cuidado extremo en el vestuario y en el maquillaje-; y la argentinidad asome con convicción, a fuerza quizás, de una tradición de desesperanzas y proyectos inconclusos. La banda de sonido, descansa en una gema del rock nacional como es 'Figuración' del primer LP de Almendra, a 40 años de su publicación y cuyos acordes estremecen con igual intensidad.
Las luces cenitales, direccionadas hacia cada uno de los actores o escenas, nos permiten bucear en historias individuales plenas de protagonismo, ricas en actuaciones y contenido.Con una sala reciclada y acondicionada, y una disposición espacial de doble frontalidad –potenciando lo íntimo del encuentro- el Teatro de la Manzana, es un lugar recuperado para los rosarinos que nos permite seguir disfrutando de las expresiones contemporáneas de un teatro alternativo en ascenso.Mover una pieza del tablero para que, mágicamente y en el transcurso de un día –el más feliz y poderoso- la vida cobre nuevamente sentido. Adelantar dos casilleros y retroceder uno. Volver a jugar. Así transcurren los días de Julián y los nuestros. No es poca ‘cossa’.


txt: Daniela Podlubne

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